Somos barbaridades. Si fuésemos siendo conscientes de ello podríamos querernos, percatarnos de lo absurdos que son con nuestros retorcidos intestinos por los que se desliza poco a poco la mierda mientras que nos observamos a los ojos y mencionamos «Te deseo» (Hables Bukowski).
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Partido Mátelos Usted mismo
Hasta no hace tanto, las discusiones públicas que no podían dirimirse por las buenas —esto es, políticamente— se decidían a través de la crueldad, ahora fuera intestina, en todo el mundo o regional. En la época del pasado siglo, la Segunda Guerra y la indecente exhibición del poder que asoló con Hiroshima y Nagasaki dejaron claro los peligros de un combate total. Desde entonces, se administró la crueldad en caso contrario. Incesante pero solapado, sí —¡con disimulo!— entre los países centrales. Crueldad directa, contra países y zonas cuyos pobladores solamente cuentan para Occidente: Corea, Vietnam, Oriente Medio, cuyas víctimas no han quitado el sueño a ningún político estadounidense, francés o israelí. Y crueldad indirecta, en los países que —como los latinos— pertenecen a lo que piensan el patio trasero.
Para Occidente, los musulmanes son marcianos. Vea el desprecio que circula por los medios y las redes estos días, achicando el respeto a sus prácticas que los qataríes solicitan de los visitantes. En cambio a nosotros, que somos un enorme destino turístico, contamos bonita música y tomamos alcohol a pavo, se nos excusa por exóticos: somos el primo pobre, con quien ocasionalmente merece la pena salir de yoda. Como en el fondo les cuesta distinguirnos, lanzaron operaciones ordenadas para toda la zona: el Plan Cóndor en los ’70 (lo que Cristina llama el Partido Militar) y el lawfare en estos años (lo que Cristina llama el Partido Judicial ). Pero tanto entonces como en este momento, las cosas no salieron precisamente como deseaban. El día de hoy confían en que el endeudamiento que obligaron con el apoyo de los Judas locales nos corte el eco, pero el control de la política populista por medio de los jueces no fue todo cuanto soñaron. Lula brincó de prisión a una exclusiva presidencia. Cristina va a ser sentenciada, pero esto no reducirá su ascendente político, a la inversa. Esto enseña que estos días se asome una ofensiva nuevamente tipo (¿o creían que esta gente se daría por derrotada?), que pasa por una reinvención de las formas violentas como herramienta política —un reformateo, lleva por nombre en este momento.