Los nombres tienden a ser un enorme problema para un lado. En el momento en que un conjunto ahora tiene al fin una agrupación de músicos, llega el instante de elegir ese nombre que lucirá en los avisos de recitales. Quizás este no sea el definitivo. Quizá broten variantes en el nombre. Lo que sí debe tener claro un conjunto, es que ese nombre debe representar algo para él. Esta extraordinaria sensación de confusión, transporta de cabeza a todo lado principiante como es debido. Con frecuencia brotan las discusiones en las que múltiples integrantes de la banda no desean ese nombre que había planeado un integrante. En la situacion de Pink Floyd hubo concordancia absoluta.
En exactamente el mismo instante en que la banda comenzó a tomar una situación mucho más provechos, las entrevistas acostumbraban a llevar a cabo una pregunta clara: quién de los elementos era Pink comenzó a transformarse en una pregunta habitual. Se encontraba claro que la prensa enfocada como el público creía que alguno de sus integrantes se llamaba Pink. Sin ir más allá, múltiples personas ignoran el auténtico fundamento por el que la banda tiene ese nombre.
Al gusto de Barret
Syd Barrett siempre y en todo momento fue un apasionado de la música. Sus deseos eran tan diversos que sorprendía la proporción de flancos por los que podía agredir. En medio de estos géneros prevalecían el rock, el funk y por encima de todas las cosas el blues. En su compilación de blues alardeaba de tener un elevado número de vocalistas. 2 de los intérpretes en su compilación, eran Pink Anderson y Floyd Council.
Una tarde alguno, Syd se encontraba en su casa oyendo un LP de Blind Boy Fuller, un guitarrista de blues nativo de Carolina del Norte.
En su contraportada halló un artículo de Paul Oliver en el que se incluían los nombres de Pink y de Floyd. En ese instante donde se encendió la chispa. The Pink Floyd Sound era ahora una situación, y la historia de historia legendaria se encontraba comenzando a forjarse. De a poco ese nombre comenzó a acortarse, hasta el momento en que por último el nombre del conjunto se quedó sencillamente como Pink Floyd.
La era Waters
Roger Waters mostró su lado mucho más artístico y asimismo obscuro desde el año 1973 y el mítico disco The Dark Side of the Moon. Mientras que Gilmour se transformaba en el cantante primordial de la banda, Waters se dedicaba a realizar superar el sonido de la agrupación, transformarlo en algo bien difícil de clasificar, en una orquesta, abrió sus puertas en el rock sinfónico y comenzó a crear óperas, con continuidad, que narraran historias increibles, impresionantes y más que nada personales, lo que observaremos en los 2 últimos discos con Waters en la agrupación.
Qué nombres rechazó el conjunto antes de nombrarse Pink Floyd
Antes de llegar a Tea Equipo, que en el final no quedó como nombre de la banda, Mason y Waters van examinar distintas nombres a lo largo de su temporada joven donde al comienzo eligieron nombrarse “Sigma 6”, para después evolucionarlo en “Meggadeaths” cortesía de Mason mismo.
No obstante, así como él lo mentó en varias entrevistas, en una temporada donde todos deseaban ser “controladamente cool”, Barrett era de esas personas extrovertidas y locas que eran descuidadas pero con bastante estilo y cool , de ahí que en el momento en que se le ocurrió nombrarse los “Abdabs and the Screaming Abdabs“, confiaron en que sería un óptimo nombre hasta el momento en que Waters brotó con el nombre de “Leonard’s Lodgers” y en el final, al notar que solo lo daban una, lo procuraron bajo el seudónimo de Spectrum Five hasta el momento en que Syd ha dicho lo bastante, dictaminó que serían Tea Equipo y ahí acabó la exploración.
“Este no es un temblor real. Esto en matter of fact it’s all dark.”
Sin ser un especialista en Pink Floyd, pues estoy cubierto de amigos que se les saben de pan a pan, con ellos descubrí que menos es mucho más. Ellos eran la música con mayúsculas, sin etiquetas. En el progresivo he popular bandas pasmantes que han trascendido para romper clisés, sobrepasar barreras técnicas y ocupar su música de riffs inviábles. Me encanta este género de bandas, pero con Pink Floyd tengo la sensación de que estoy oyendo algo universal, indiscutiblemente precioso, armónico, que vibra en etapa con la naturaleza. En un instante en el que en ocasiones cierto género de música de vanguardia me suena mucho más en deporte que en arte, Pink Floyd me asiste para regresar a los orígenes, al final de la música: trasmitir.
Mi álbum y canciones preferidas de la banda son The Wall (1979) y «Wish You Were Here». Uno no puede argumentar por qué razón elige el colorado sobre el azul, conque…