para que sirve la musica de al andalus

El canto flamenco es un género de creaciones musicales o estilos que comienza a ser comunicado en la época del siglo XIX y en opinión mucho más extendida, surgidos como producto de la yuxtaposición de métodos musicales y folclóricos distintas que ya están en Andalucía . Las coplas de sus distintas estilos manifiestan, por norma general, los sentimientos y las intuiciones radicales del hombre, primordialmente en los temas del amor, la vida y la desaparición, y no acostumbran a atenerse a un patrón métrico recio y sin las mucho más auténticas figuras poéticas y grandilocuencia oratoria, sin que, por contra, acostumbran a impresionar por su desnudez literaria y aptitud de síntesis; la música se lleva a cabo apoyándose en melismos y vibrados y los temas melódicos describen una trayectoria particular en todos y cada cantaor.

La capacitación del canto desde sus sustratos básicos hasta su estructuración de hoy, en el transcurso de un periodo evolutivo en el que es prácticamente insondable calcular el instante de su iniciación, posiblemente llegue a ser varios años antes de medio siglo XVIII, temporada donde se muestran las primeras referencias reportajes de la presencia y la práctica de formas flamencas establecidas y de intérpretes especialistas. Los estudios musicológicos completados sobre esto registran en primer y primordial sitio la predominación oriental. Una predominación que significa, desde la llegada a las tierras del Sur español de fenicios y cartagineses, hasta la aportación de matices trágicos por la parte de sus intérpretes, una incesante de siglos fundamentalmente indispensable en la música habitual andaluza. A esta probada y también indiscutible predominación, cabe añadir la nativa aptitud y predisposición andaluza para cantar y bailar, puesta de relieve por los tradicionales latinos, que glosaron las bailarinas de Gadex llevadas a Roma en poemas y epigramas, de los que transcribimos el próximo pasaje del que se titula Puella Gaditanae (Chavala de Cádiz), original de Marcial y destinado a la mítica Telethusa: «Profesora a adoptar posiciones lascivas al son de los crótalos de la Bética ahora meterse al compás de los ritmos de Cádiz…». Con estas bailarinas gaditanas exaltadas por Juvenal y Marcial, se nos da las primeras novedades de la música que estos escritores llamaron cántica gaditanae, un siglo antes de nuestra era, como testimonio fehaciente de la presencia en la Bética de una música auténtica demasiado rítmica. elementos substanciales es realmente posible que hayan predominado en el folclore andaluz en unión de las influencias siguientes que pasamos a enumerar. Primeramente cabe reseñar la griega, advertida por Manuel de Falla, que se sostuvo hasta el siglo XIII, con los cantos rituales bizantinos, basados ​​en la armonía y escala menor, descendente, que es la que usa el flamenco. El canto gregoriano juega un papel preponderante en la España del siglo X. El pueblo participaba en las funcionalidades religiosas interpretando cantos: de esta manera se popularizó el canto espiritual. Sus peculiaridades melódicas son en este momento entre las características mucho más importantes del flamenco. Además de esto, por razón del origen judío del cristianismo y a través de Bizancio, la música gregoriana había conseguido inflexiones quejumbrosas y orientales. Otra predominación que los investigadores piensan fundamental en la conformación de la música habitual de Andalucía, es la ejercida por los aires hindúes que transmitieron los sirios y el popular Ziryad, legendario artista de procedencia bagdadí, que vivió y enseñó temporada del califato de Abderramán II, entre los años 822 y 852 precisamente, de cuya herencia puede proceder el sentido reiterativo y ornamental que muestran ciertos estilos flamencos, tal como la sutileza y dificultad rítmica que los distingue. Con la dominación árabe, la predominación que se deriva debió perdurar hasta bastante alén del final, probablemente llegó al siglo XVIII, «en especial en las tierras bajo andaluzas y en el campo preferentemente en las ciudades», como apunta Ricardo Molina , quien opina sobre el grupo de influencias: «Panorama musical anárquico, como producto de la confluencia al Al-Andalus de los mucho más distintos influjos: orientales y helénicos, semíticos y autóctonos, laicos y religiosas, cantos sinagogales, invocaciones muezínicas , ceremonias griega y visigótica, cultos canciones de Ziryab, armonías hindúes y persas, canciones iraquíes de Achfa de Bagdad y Ornar de Basora, melopeas bereberes, jarchias mozárabes, en activa convivencia, en recíproca y también inno . No obstante, entre esta pluralidad, aquello en que todos participaban fue en los cantos y bailes propios del pueblo arábigo-andaluz: jarchias y zambras. Hasta el siglo XV, la civilización musical arábigo-andaluza, que entendía la rica constelación señalada, dio la tónica a toda la península ibérica. La reconquista de Córdoba y de Sevilla (1236-1248) no debió modificar bastante las tradiciones musicales y folclóricas de Andalucía. Los castellanoleoneses que acompañaban a Fernando III se andaluzaron considerablemente más que se castellanizaron los andaluces. Además de esto, en términos en general, arte y cultura estaban en el resto de la península tributarios de la superior civilización islámica creada en Andalus a lo largo de seiscientos años». Las influencias árabes se piensan todavía últimamente como las mucho más esenciales. Una teoría habitual aseguraba que todo el contexto musical procedía de los árabes, pero fué últimamente probado que son ellos quienes se inspiraron en el folclore andaluz. Del estudio de la danza y el canto orientales se desprende una afinidad con el arte habitual andaluz ahora empapado de orientalismo antes de la dominación sarracena.

Un centro único en España destinado a la música medieval

El mes pasado de enero se puso en marcha un emprendimiento vanguardista en España, el Centro En todo el mundo de Música Medieval (CIMM) de la Valldigna (Valencia), un centro dedicado íntegramente a la investigación y también interpretación de la música medieval, aparte de la reconstrucción de los instrumentos que se empleaban en la temporada.

El centro, comandado por Mara Aranda, fué favorecido por la Mancomunidad de la Valldigna y ratificado por la Conselleria de Cultura, que ha brindado su acompañamiento a un emprendimiento de estas especificaciones y dimensiones, ya que su acción comprende no solo la comarca y el territorio nacional, sino es ya un líder fuera de nuestras fronteras.

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